Cirugía de Mohs: ¿en qué consiste?

La cirugía de Mohs garantiza los mejores resultados, tanto funcionales como estéticos

El cáncer de piel es el crecimiento descontrolado de células anómalas de la piel, dando lugar a tumores malignos. Existen varios tipos de cánceres de piel, la mayoría provocados por la repetida exposición de la piel a los rayos ultravioleta (UV) del sol sin protección. El carcinoma de células basales, el carcinoma de células escamosas y el melanoma representan los principales tipos de cáncer de piel. Afortunadamente, todos tienen tratamiento y cuentan con una tasa de curación del 94% en el caso del melanoma, el más agresivo de todos.

La cirugía de Mohs, también conocida como cirugía de cáncer de piel, es una técnica micrográfica altamente efectiva para eliminar el cáncer de piel, con una tasa de curación de entre el 97% y el 99%. Algunos tipos de cáncer de piel pueden tener raíces que se extienden hacia diferentes tejidos, lo que aumenta las posibilidades de metástasis. Con la cirugía de Mohs nos aseguramos la eliminación definitiva del tumor, de hecho, mientras que otras cirugías tienen una tasa de reaparición del 10% dependiendo de su estadio y su localización, con esta técnica este porcentaje baja al 2%.

La cirugía de Mohs requiere de la coordinación del equipo de dermatología y el de patología, ya que precisa de una valoración microscópica inmediata del trozo de piel extraído. Este proceso “en vivo” minimiza la posibilidad de recurrencia y preserva el tejido sano para obtener los mejores resultados estéticos.

Se reserva para casos en los que el cáncer ha reaparecido, donde existe un riesgo de recurrencia o cuando se requiere un resultado estético prioritario. Esta técnica requiere un equipo de especialistas en cirugía de Mohs, con experiencia y formación en dermatología, patología y técnicas quirúrgicas.

Qué es la cirugía de Mohs: paso a paso

1. El procedimiento se realiza con anestesia local, con el paciente despierto.
2. El dermatólogo extrae el tumor visible de una forma conservadora, conservando el máximo tejido sano posible, y envía la muestra a anatomía patológica.
3. El equipo de patología corta la muestra en finas láminas para poder examinarlas con detalle y precisión al microscopio. Mientras este proceso está sucediendo, el paciente espera en la camilla.
4. El patólogo examina los bordes del tumor extraído para detectar si en alguno de ellos todavía quedan células cancerosas. De ser así, el dermatólogo extrae un poco más de piel únicamente en la zona indicada por el patólogo.
5. Estas dos fases se van alternando tantas veces como sea necesario hasta que el equipo de patología determina que todos los bordes del tumor están libres de malignidad.
6. Después de extirpar todo el cáncer, se pueden realizar diferentes opciones de reconstrucción, como dejar que la herida cicatrice naturalmente, cerrarla con suturas, realizar un injerto cutáneo o un colgajo.

Esta cirugía requiere tiempo, pero garantiza una alta preservación de tejido sano y la menor cicatriz cirugía de Mohs posible, ofreciendo los mejores resultados, tanto funcionales como estéticos.