Ácido hialurónico o toxina botulínica, ¿qué diferencias presentan?
La toxina botulínica y el ácido hialurónico continúan siendo dos de los tratamientos de medicina estética más efectivos y demandados por la gran mayoría de personas que buscan embellecer y rejuvenecer su rostro.
Por un lado, la aplicación de toxina botulínica en la cara permite eliminar temporalmente las arrugas de expresión mediante infiltraciones que paralizan el músculo, impidiendo así que se contraiga y que dé lugar a la aparición de arrugas.
La toxina botulínica, además, puede aplicarse en otros tratamientos faciales y corporales para eliminar el sudor palmar y axilar, o corregir el bruxismo al relajar la musculatura mandibular.
Por otro lado, el ácido hialurónico destaca por ser una sustancia diferente que, en primer lugar, se encuentra de forma natural en los tejidos y órganos del cuerpo.
La principal función del ácido hialurónico es atraer y retener el agua, proporcionando una completa hidratación a la piel a la vez que la mantiene firme. Los tratamientos con ácido hialurónico son eficaces no sólo para hidratar los tejidos, sino también para rellenar arrugas y surcos, y aportar el volumen perdido en las diferentes áreas faciales y corporales.
De esta forma, si estás pensando en realizarte un tratamiento rejuvenecedor con toxina botulínica, antes de nada, debes saber que no todas las arrugas de la cara se pueden tratar o eliminar con esta toxina botulínica. Además, también debes tener claro que el efecto de la toxina botulínica no sirve para reposicionar ni aumentar volúmenes. Para conseguir este resultado, debes recurrir a los tratamientos con ácido hialurónico, o bien a la infiltración de otras sustancias utilizadas en medicina estética y que son eficaces para rellenar arrugas estáticas y mejorar la flacidez de la piel.
En cualquier caso, es primordial que consultes siempre con un médico estético o dermatólogo especializado de manera que pueda evaluar personalmente tu caso para poder recomendarte así el mejor tratamiento facial según cuáles sean tus necesidades y rasgos faciales.
Principales diferencias entre la toxina botulínica y el ácido hialurónico
A la hora de hacer referencia a diferentes tratamientos estéticos, es muy habitual confundir la toxina botulínica y el ácido hialurónico, pensando incluso que ambos consiguen el mismo efecto en la piel cuando, en realidad, cada uno se aplica para conseguir unos objetivos concretos.
La toxina botulínica destaca por ser una sustancia que ayuda a prevenir y eliminar las arrugas faciales sin necesidad de pasar por quirófano, mientras que el ácido hialurónico es una sustancia que se encuentra de forma natural en nuestro organismo y es responsable de mantener la piel hidratada.
Los tratamientos con ácido hialurónico actúan rellenando y atenuando arrugas y pliegues faciales, aportando así volumen en determinadas zonas del rostro como pueden ser, por ejemplo, los labios. El efecto de la toxina botulínica, en cambio, se observa en una paralización del músculo y, por tanto, en el bloqueo de los movimientos que dan lugar a la aparición de arrugas.
De esta manera, según cuáles sean tus objetivos y preferencias, deberás apostar por un tratamiento estético facial u otro. Para ello, es fundamental contar con el asesoramiento de médicos especializados, quienes llevarán a cabo un estudio personalizado para aplicar el tratamiento que ofrezca las mejores garantías de resultados.
Cuál es el efecto de la infiltración de toxina botulínica en la cara
La toxina botulínica es la técnica más extendida en medicina estética para tratar las líneas de expresión de hombres y mujeres.
Así, la toxina se infiltra a través de microinyecciones en los puntos musculares con el objetivo de debilitar las arrugas localizadas en el tercio superior de la cara: frente, entrecejo, patas de gallo y nariz, consiguiendo un rostro más relajado y sin arrugas y, en definitiva, más joven.
La infiltración de la toxina botulínica también está indicada para el tratamiento de la sudoración intensa en las palmas de las manos y de los pies, la cara y las axilas. De esta manera, la toxina botulínica se inyecta para bloquear, de manera temporal, los nervios que estimulan las glándulas sudoríparas; responsables de los ataques de sudor excesivo, consiguiendo un control de la sudoración durante un período de tiempo que oscila entre los cuatro y seis meses, dependiendo de la piel y de las necesidades de cada persona.
Efecto del ácido hialurónico en la aplicación de tratamientos estéticos faciales
Por otro lado, el uso más habitual del ácido hialurónico en medicina estética es, en primer lugar, la mejora del aspecto de los labios, tratando de actuar sobre su perfilado, hidratación y aumento de volumen. En segundo lugar; en la nariz (rinomodelación) y mentón para remodelar imperfecciones, y, en tercer lugar, en los pómulos, con el objetivo de realzar su volumen y remodelarlos.
Además, también se realizan infiltraciones de ácido hialurónico para restaurar el óvalo facial, como relleno del surco nasogeniano, líneas de expresión y arrugas, así como tratamiento periocular para recuperar el volumen perdido en la zona.
Los resultados de los tratamientos con ácido hialurónico son inmediatos y su duración dependerá de cada tipo de piel, no obstante, los efectos suelen extenderse a los 9-12 meses en el caso del ácido reticulado. Si, en cambio, se inyecta con el objetivo de lograr la máxima hidratación, haciendo uso, por tanto, de ácido hialurónico no reticulado, la duración de su efecto es aproximadamente 4 meses.
En qué tratamientos faciales se aplica la toxina botulínica y el ácido hialurónico
Generalmente, las infiltraciones de toxina botulínica y ácido hialurónico se realizan para afrontar el tratamiento de arrugas faciales y para rellenar surcos y líneas de expresión, así como también para tratar la flacidez y reposicionar volúmenes faciales perdidos.
Ambas sustancias se combinan en el tratamiento de medicina estética denominado Total Face o Full Face; un tratamiento basado en una combinación de técnicas que no requieren de quirófano y que solucionan los 3 principales signos del envejecimiento: arrugas, flacidez y pérdidas de volumen, gracias a la aplicación de microinyecciones de toxina botulínica en el tercio superior de la cara, es decir, en frente, entrecejo, patas de gallo y cola de ceja, y de ácido hialurónico en ojeras, surco nasogeniano, mentón, arco mandibular y labios, permitiendo así rejuvenecer y embellecer el rostro de forma natural.
Tratamientos con toxina botulínica
Los principales tratamientos faciales en los que se aplica la toxina botulínica buscan, sobre todo, la eliminación de arrugas en la frente, el entrecejo y las patas de gallo, el levantamiento de la cola de la ceja para realzar la mirada, la corrección del bruxismo; un hábito que nos provoca apretar demasiado los dientes y contraer los músculos de forma involuntaria, sobre todo mientras dormimos, y la eliminación temporal del sudor tanto facial, como palmar y axilar.
Tratamientos con ácido hialurónico
Por otro lado, las infiltraciones de ácido hialurónico consiguen aumentar la hidratación en todos los tipos de piel, así como potenciar la creación de colágeno y elastina contribuyendo a reestructurar y mantener la firmeza que, inevitablemente, todos vamos perdiendo con el paso de los años.
El ácido hialurónico, además, no sólo ayuda a reafirmar, sobre todo, los contornos faciales, sino que también contribuye a mejorar la textura y el tono de la piel. En definitiva, esta sustancia revitaliza la piel y rellena arrugas, pliegues y surcos, reponiendo el volumen perdido en diferentes áreas faciales y corporales.